Historia universal -Unidad 3- "Pensamiento y movimientos sociales y políticos del siglo XIX" 3.3

Nacionalismo y procesos de unificación nacional en Italia y Alemania 

El nacionalismo se generalizó en Europa y en América a raíz de la Revolución Francesa. Ante las agresiones de países coaligados contra Francia, la Revolución adquirió un rumbo nacionalista. Después de la Revolución Francesa los brotes liberales se propagaron en otros horizontes geográficos. La emancipación de colonias portuguesas y españolas en América también tuvo dicha esencia nacionalista.

Tras la caída de Napoleón se fortaleció el conservadurismo. El Congreso de Viena, la Santa Alianza y el Concierto de Europa representaron el auge de las pociones conservadoras en Europa. Pero los partidarios del liberalismo y del nacionalismo sostuvieron una enérgica y a veces heroica lucha por la libertad y la autonomía en diversos focos regionales de resistencia europeos y americanos contra el autoritarismo y el intervencionismo.

1.-Unificación italiana

A inicios del sigloXVIII Italia seguía sin lograr conformar una unidad nacional; Austria y Francia ejercían un predominio geográfico y político adverso a las aspiraciones de unidad que empezaba a madurar en la península itálica. El movimiento carbonario (1820) y la república de Mazzini, en 1848, fueron expresiones del nacionalismo italiano en su lucha por erradicar el poder de esas potencias sobre la soberanía italiana. Una dificultad singular para lograr la unificación italiana era el desempeño del Papa como aliado de Napoleón III para ejercer un control regional.

icación italiana. En 1852 el primer ministro de Cerdeña, Camilo di Cavour, robusteció las tropas nacionales y emprendió una audaz política de alianzas con vistas a la unificación. Fortaleció la educación y el comercio. La guerra entre Austria y Cerdeña en 1866 permitió que la casa de Saboya ejerciera el liderazgo en torno a una unificación relativa. La alianza con Napoleón III había permitido anexar territorios norteños que hasta entonces Austria había dominado. También fue vital el pacto entre Cerdeña y Prusia, pues ambos reinos buscaban fortalecer el nacionalismo en sus respectivas fronteras, y ambos tenían como enemigo común a Austria.

Por otro lado, el papel de Giusseppe Garibaldi fue estratégico para la unificación italiana, ya que movilizó un ejército popular que logró la independencia de Nápoles y Sicilia, territorios que integró al reino de Cerdeña. Y fue en 1871 cuando Italia pudo anexar bajo una misma bandera nacional la totalidad de la península; la caída de Napoleón III ante las tropas prusianas originó, entre otros resultados, que Roma y Venecia se incorporaran dentro de una república unificada bajo la soberanía italiana. 

2.-Unificación alemana 

Al igual que Italia, la unificación alemana se remonta a los tiempos del conservadurismo en Europa. La influencia de Metternich era contraria a los sueños nacionalistas en diversas regiones; Austria y Francia eran potencias que controlaban territorios centroeuropeos, por lo cual, la lucha por una soberanía italiana estuvo vinculada a las aspiraciones alemanas que Guillermo I y Otto Von Bismarck representaron en Prusia. La unidad económica, aduanera y ferroviaria fue el primer paso en el lento pero sostenido proceso de integración nacionalista de Alemania. Bismarck también modernizó las tropas prusianas y el armamento del reino, preparando así el liderazgo prusiano sobre las demás provincias germanas: la política antiliberal y promotora de la guerra que Bismarck ejerció como primer ministro, fue la causa del sobrenombre con el que “El Canciller de Hierro” pasó a la historia. Pero su eficaz estrategia de alianzas internacionales y su genio militar le permitieron garantizar la unificación alemana.

Que la guerra convenía a las ambiciones de Bismarck quedó claro en 1864, cuando se desató un conflicto fronterizo entre Prusia y Dinamarca por la soberanía sobre dos ducados alemanes: Sleswig y Holstein. Para Prusia fue fácil vencer a Dinamarca, como consecuencia se agudizó la rivalidad entre Austria y Prusia por obtener la hegemonía de la Confederación de Estados Alemanes. El conflicto iniciado entre Prusia y Dinamarca derivó en la guerra austro-prusiana en 1866. Para derrotar a Austria fue importante la alianza entre Prusia y Cerdeña; ambos estados eran soberanos e impulsaban la unidad nacional de Alemania e Italia, respectivamente.

La derrota de Austria originó una integración centroeuropea bajo el dominio de Prusia. La expansión prusiana estaba, sin embargo, ocasionando molestias a los propósitos imperialistas de Napoleón III. El emperador francés veía amenazados sus intereses geográficos sobre la frontera entre Alemania y Francia. Las provincias de Alsacia y Lorena representaron la manzana de la discordia para que se desatara la guerra franco-prusiana de 1870, aunque el pretexto fue el ofrecimiento del trono español a un rey emparentado con la familia Hohenzollern que gobernaba en Prusia. Napoleón III se opuso a que un primo de Guillermo I heredara el trono español por lo cual se precipitó la guerra.

Prusia y Cerdeña mantuvieron su alianza ya que sus aspiraciones comunes encontraban un obstá­ culo en el imperio francés. Al ser derrotado Napoleón, se firmó el tratado de Frankfurt, mediante el cual Prusia se apoderó de Alsacia y Lorena, mientras Cerdeña lo hacía de Roma. Al iniciar la década de 1870, el mapa europeo se había modificado sustancialmente: Alemania e Italia eran naciones integradas, cada una con una soberanía propia y con un sistema económico industrializado. Tanto para Inglaterra como para Francia la unificación alemana, así como la italiana, eran obstáculos que limitaban el equilibrio geopolítico tradicional y que en lo sucesivo tendrían que enfrentar.


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